Líderes de todo el mundo se reunieron en Nueva York la semana pasada para debatir las opciones energéticas que podrían hacer o deshacer nuestra respuesta colectiva a la crisis climática.
Las comunidades de todo el país que quieren hacer la transición a la electricidad limpia tropiezan sistemáticamente con el mismo obstáculo: la poderosa maquinaria de presión e influencia política de la industria del gas «natural», dirigida por la Asociación Americana del Gas (AGA).
Al parecer, una de las mayores empresas de control del metano de Estados Unidos se está retirando de los programas de «certificación» que permiten a la industria del petróleo y el gas comercializar el gas metano como limpio, sostenible o de «origen responsable».
La industria de los combustibles fósiles lleva décadas diciendo al público que el gas «natural» es el combustible fósil «más limpio».
¿Estás preparado para una historia de terror?
La industria del entretenimiento ha influido en la cultura y las actitudes estadounidenses desde los tiempos de la gran pantalla.
En la década de 1960, la industria tabacalera reaccionó al creciente escrutinio sobre los efectos letales de su producto introduciendo los cigarrillos «bajos en alquitrán».
Esta semana se han presentado más pruebas de que las cocinas de gas contaminan el aire de 40 millones de hogares estadounidenses. Investigadores de la Universidad de Stanford midieron las emisiones de las estufas de gas y propano y hallaron concentraciones de benceno cancerígeno equiparables a las del humo de los cigarrillos de segunda mano.
Durante décadas, la industria de los combustibles fósiles nos dijo que el gas «natural» (metano) era un «combustible puente» hacia la energía limpia, una alternativa supuestamente más limpia que el carbón o el petróleo que podría llenar el vacío hasta que la energía limpia estuviera lista.
Independientemente de lo que afirme la industria de los combustibles fósiles en su publicidad, el gas «natural» es cualquier cosa menos «limpio».
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