Esta semana se han presentado más pruebas de que las cocinas de gas contaminan el aire de 40 millones de hogares estadounidenses. Investigadores de la Universidad de Stanford midieron las emisiones de las estufas de gas y propano y hallaron concentraciones de benceno cancerígeno equiparables a las del humo de los cigarrillos de segunda mano.

Durante décadas, la industria de los combustibles fósiles nos dijo que el gas «natural» (metano) era un «combustible puente» hacia la energía limpia, una alternativa supuestamente más limpia que el carbón o el petróleo que podría llenar el vacío hasta que la energía limpia estuviera lista.

Independientemente de lo que afirme la industria de los combustibles fósiles en su publicidad, el gas «natural» es cualquier cosa menos «limpio».

Los legisladores de Ohio y ahora de Tennessee han aprobado en los últimos meses proyectos de ley que clasifican el gas «natural» como energía «limpia» o «verde».

«El gas natural es suficientemente explosivo por sí mismo. Ahora la industria del gas quiere meterlo en tanques altamente presurizados, cargarlo en vagones de tren y enviarlo a toda velocidad por las comunidades ferroviarias de EEUU.

Ya es hora de que pongamos fin a las tácticas publicitarias engañosas de la industria del gas.

A los fabricantes industriales de alimentos les encanta utilizar la palabra «natural» para describir sus productos, porque hace que la comida basura como los Cheetos suene limpia, sana y orgánica.

En noviembre de 2022, se produjo una fuga en un campo de almacenamiento de gas de Pensilvania.

El fallo generalizado del sistema de gas natural durante la tormenta invernal Uri, en febrero de 2021, no sólo causó días de apagones y cientos de muertos en Texas, sino que provocó subidas astronómicas del coste del gas natural en todo el país: hasta 300 veces el precio normal.